lunes, 27 de agosto de 2012

De la Plazuela de la Santísima Trinidad a Bogotá

Un día, hace ya algún tiempo...

Hace como dos semanas ya que intento armarme de palabras para publicar alguna historia. Hace ya casi tres semanas que Francesca me dejó sólo en Cartagena. Durante este tiempo he encontrado alojamiento económico en el Hostel Casa Iguana, en la Calle de la Media Luna, Barrio Getsemaní. También he empezado a trabajar en el Hostel Nativa en la Calle Tumbamuertos, Barrio San Diego, justo en frente de la casa de un famoso poeta Colombiano que actualmente reside en Barcelona. En el Hostel trabajo 7 horas al día, 6 días a la semana, por un sueldo de 150000  pesos semanales, 600000 al mes, el equivalente a menos de 300 euros. A pesar de ser un salario bastante miserable, no me puedo quejar porque aún está por encima del sueldo mínimo y a decir verdad mi situación es completamente irregular. De momento me estoy manteniendo con eso y con la venta de artesanías que fabrico en mis ratos de aburrimiento como recepcionista del Hostel. Algunos dias incluso gano mas plata con la artesanía en apenas un par de horas que en una jornada de trabajo "serio", lo que me hace pensar si simplemente debería reducir mis gastos e intentar sobrevivir con las pulseritas y los collares.
El barrio de Getsemaní queda en el centro de Cartagena, orientado hacia el sur de los edificios más emblemáticos de la ciudad amurallada como la torre del reloj o la catedral. En este barrio, uno de los más populares de la ciudad, se dio el grito de independencia en 1811. Antiguamente poblado por esclavos, siempre ha sido un foco de concentración del ocio y el hedonismo, los bares de salsa y las cafeterias, las putas, los chulos, las chulas y los putos. Más tarde llegó la pobreza y la enfermedad de la droga. Se escuchan historias que cuentan que hace 10 años era imposible pasear de noche por esta zona sin ser atracado, violado o contagiado con la pena eterna. Ya en los últimos años sucesivos alcaldes se han propuesto barrer toda la perversión hacia los suburbios al otro lado del puente y Getsemaní ha devenido en un barrio bohemio y con marcada tendencia a reunir a los mochileros, artistas de la calle y bailarines de salsa en año sabático, así como a todos los animales carroñeros que se alimentan de ellos. En las calles mas oscuras siguen viviendo las familias cartageneras que han visto pasar los años desde los porticos de sus casas coloniales.
Todas las tardes salgo a trabajar vestido con una de mis dos camisas y atravieso el centro hasta llegar a San Diego, en el extremo norte de la ciudad amurallada. En la calle de la Media Luna los hombres se reunen en las esquinas con sus vasitos de tinto, al pasar una mulata linda todos le hacen el paseillo y se funden en un coro de halagos que suenan como el lamento de cien bebes hambrientos. La negrita ni se gira, esta acostumbrada. Tampoco se ofende, mas bien esta encantada de saber que a su edad todavía sigue arrancando groserías a los hombres de la calle. Más adelante, en el restaurante Coroncoro almuerzo mi comida corriente mientras me entretengo analizando los bizarros objetos que adornan los muros y los estantes. De todos los cuadros destaca un retrato a tamaño real del libertador Simon Bolivar frente a una escena de bosque tropical. También abundan los peces disecados y los loros de madera tallada. Cuando termino mi bandeja ya estoy sudando a borbotones y me apresuro a pagar para abandonar el bullicioso local y fumarme un cigarrillo mientras atravieso el barrio de la Matuna.




Otro día, quien sabe cuando...

...Quieres un  pielroja?
No gracias, esos son demasiado fuertes
Ahhh un "peche", yo fumé de esos, ufff... cantidades industriales
Peche?
Si. O "rompepechos"
Vaya, con ese nombre se le quitan a uno las ganas de fumarlo
Nooo estos son solo para los valientes
Y como es eso del indio? (refiriendose al logotipo del indio impreso sobre el papel de fumar, donde el filtro debería estar)
Pues algunos te diran que la tinta del indio te daña los pulmones...
Pero los que de verdad entienden los fuman así (encendieendo el cigarrillo por el lado del indio), porque resulta que el indio preifiere ser quemado, que besado y pisoteado
(todos rien, una mulata preciosa desfila por delante del grupo de amigos y la conversación se interrumpe brucamente, como si la presencia de una hembra hermosa en el escenario fuese tan importante que requiere un riguroso silencio para denotar admiración)

Hace unas horas...


Que pena que despues de las horas bajas tengan que seguir necesariamente las horas más bajas. Si en el pasado los peligros que amenazaron mi integridad eran entidades fsicas, a saber, potenciales ladronzuelos de medio pelo, policías corruptos en busca de una paga extra que compense las carencias presupuestarias de la nación a la que representan, yonkis en busca del arreglo diario que les garantice su dosis de paco, guerrilleros, prostitutas infectadas por la rabia, etc. hoy dia los peligros que me acechan son puramente entidades emocionales. La incertidumbre, la soledad, el miedo, la fatiga, la repugna. Las borracheras en compañía de desconocidos han dado paso a las borracheras en soledad. Botella de aguardiente marca “néctar” a 9.000 pesos colombianos, porcentaje de alcohol 24%, botella de ron marca “Santa Fe” a 11000 pesos colombianos, porcentaje de alcohol 35%. Claramente la segunda opción sale mucho más económica, en términos de la borrachera que pretendo mandarme. Ahora observo indiferente la botella que yace sobre la mesa vacía, junto a un cenicero copado de colillas. Ya tengo lo que buscaba. La paz mental durará tanto como pueda aguantar despierto. Quizá en este estado pueda concentrame en lo realmente importante ahora: volver a casa con mi salud mental más de este lado que del otro, regresar a una vida normal, arraigada y predecible. Mañana empieza una nueva vida. Esta noche camino sobre una fina capa de hielo que amenaza con resquebrajarse bajo mis pies arrojándome implacablemente dentro del océano de la insanidad. Locura, añoranza, duelo y celos se entrelazan en un estado de ánimo indescriptiblemente incomodo. La mirada perdida y los temas que son charlataneados a mi alrededor resbalando mi conciencia como si se tratase de ruido cósmico. Las necias palabras de los viajeros el eco de la explosión primordial que dio inicio al ego de los hombres. La cuenta atrás para mi regreso parece truncada por un maligno truco de trilero que repite las horas y los días. Cada dia que pasa parece que el regreso esta mas lejos como en uno de esos sueños en los que el protagonista intenta de huir de un monstruo pero no atina a coordinar el movimiento corporal necesario para iniciar la marcha. 

Ahora que es el final del viaje todo se desvanece como en una de esas noches en las que esperas que algo especial ocurra, y al final lo único que sucede es que vuelves a quedarte solo  y borracho una vez mas. Como voluntariamente ridiculizado. Abiertamente señalado con el dedo por los demas como un ser debil y errático. Fin de fiesta, despedida y cierre, que alguien le diga al borracho que debe irse a casa, o mejor que alguien llame a una ambulancia porque parece que el borracho va a necesitar un lavado de estomago. 

CONTINUARÁ...

domingo, 10 de junio de 2012

Colombianadas

Una de fotos con cariño desde el Hostel Viena, Cartagena de Indias. Demasiado calor para producir texto.

Cafetera italiana de 1905,
Bar Donde 'Apa, Salento, Colombia 
Cabrita besucona, Salento, Colombia

Colombianadas: caben 14 en un jeep
Desayuno en Macondo, Cali, Colombia

Cactus, Desierto de la Tatacoa, Colombia 
Anochecer en el Desierto de la Tatacoa, Colombia

Valle de Cocora, Colombia

Día lluvioso, Popayán, Colombia

Automóbil, Popayán, Colombia

Fuego en la montaña, Popayán, Colombia

sábado, 9 de junio de 2012

Miedo y asco en Cartagena


Ayer noche llegamos a Cartagena. El viaje desde Salento en el eje cafetero fue largo y pesado como las películas que mostraron durante el trayecto: El Jinete Fantasma 2, las segunda vez que me veo obligado a ver esta desgracia de película en 24 horas, nunca los guionistas de Hollywood estuvieron tan desafortunados como en esta joya oscura del cine de superhéroes baratos, con actuación enfermiza de Nicholas Cage incluida. De Salento tomamos una buseta hasta Pereira, allí un bus hasta Medellín donde llegamos pasada la medianoche para encontrar una terminal de transporte desierta salve por un licenciado en psicopedagogía Colombiano en busca de asilo político al que le faltaba una pierna. En la terminal pasamos la noche tratando de encontrar una posición mas o menos cómoda para descansar, la verdad es que el comfort no es un factor fundamental en este momento, pero al menos la vigilancia privada del lugar invita a relajarse por unas horas sin miedo a que nos roben el equipaje. A las 6 de la mañana nos despertamos con la agitación propia de una terminal de transporte y sus cientos de transeúntes en tránsito constante hacia las tareas cotidianas. De allí tomamos el bus regular que conecta con la terminal norte desde donde se toman los buses hacia el norte del país. Cartagena de Indias está a trece horas de Medellín. Viajamos todo el dia haciendo parada en lugares estratégicos para estirar las piernas, comprar algo de comer y ser registrados minuciosamente por la policía colombiana. Al bajar del bus lo primero que se siente no es la suave brisa del caribe, sino mas bien una bofetada de vapor pestilente que te golpea directamente los huesos y te deja indefenso ante las amables pero interesadas ofertas de los taxistas. Cartagena es uno de esos lugares en los que constantemente se tiene una gotita de sudor en suspensión desde la punta de la nariz. El taxi nos transportó desde la terminal hasta el centro histórico de la ciudad. En el trayecto adelantamos a varias busetas desprovistas de cristales en las ventanas y decoradas con colores vistosos y luces parpadeantes. En su interior una mezcla de locales y turistas embriagados se tambaleaban al ritmo de los tambores y las maracas que estaban siendo tocados a bordo. “todo el dia estan así, esta ciudad no duerme nunca”, nos informa el conductor del taxi. Tras varios intentos fallidos de encontrar un hostel de precio razonable dentro de las murallas, el taxista nos conduce a traves de un callejón oscuro hasta llegar a un hotel económico pero de aspecto sucio y destartalado. Sentado en la calle frente a la recepción del hotel se haya un tipo negro como el carbón acompañado de sus pertenencias, el tipo se encuentra sumido en una especie de trance mientras canturrea una oda a su desdicha. En el segundo piso del hotel se encuentra la sala de billar y el bar al otro lado del pasillo. A traves de las puertas de cristal que dan acceso al bar contemplo una escena que parece salida de una novela de Hunter S. Thompson: Cuatro individuos altamente intoxicados se rifan los favores de una joven mulata flaca y atractiva mientras el televisor inunda el espacio con el ritmo acelerado de la salsa. La disposición de los taburetes alrededor de la barra me obliga a maniobrar de forma casi incómoda a través de este núcleo de corrupción. Me dio la impresión de que estos tipos estaban completamente fusionados con el escenario, como si formaran parte del mobiliario del bar. Además entre los cuatro no juntan una dentadura completa. La camarera alcanza a forzar una sonrisa mientras me vende una cerveza, parece sentir un poco de pena de tener que pasar sus horas en el lugar mas viciado del mundo, donde acuden los perdedores a imaginar un mundo diferente. Salimos a dar un paseo sin grandes pretensiones y nos internamos a traves de unas arcadas en el centro histórico. Nuestro primer contacto con lo que está pasando murallas adentro es la imagen de una prostituta de rasgos masculinos y grandes senos vestida sólo con unos tejanos y un sostén que deja ver demasiado. A continuación varios sujetos con rostros sonrientes nos saludan como si nos conociesen de toda la vida y se aproximan errantemente hasta nuestra posición para darnos una efusiva bienvenida a la vez que murmuran el catalogo de substancias disponibles: “marihuana, coca de primera, la mejor de toda Colombia”. Mas tarde otro grupo de jóvenes nos saluda de la misma manera provocando mi distracción al cruzar la calle con el resultado de que un taxi casi me atropella. Y todo esto esta pasando mientras todavía estoy intentando orientarme y encontrar un trago barato que apacigue mi sed en este clima sofocante. Camiseta empapada de sudor, actitud defensiva sino de rechazo frente a todo este desenfreno de hedonismo, me pregunto si realmente existe en este mundo algun lugar puro, no contaminado por la ansiedad humana del consumo en sus mas pinturescas variantes. Definitivamente Cartagena de Indias no es ese lugar. Aquí las calles huelen a sudor, ron de caña y mierda de perro. Volvemos a la habitación con la esperanza que a la luz del dia todos los demonios esten durmiendo y sea posible contemplar la otra cara de este paraiso a las orillas del mar Caribe. Por la mañana hemos salido a buscar otro alojamiento. Hemos desayunado café y empanadas en un bar con fotos de Tito Puente, Ray Barreto, Celia Cruz y Paquito D'Rivera en las paredes, los reyes de la salsa. El calor sigue siendo insoportable pero a la luz del dia Cartagena brilla como la perla del Caribe que había imaginado: estrechas calles flanqueadas por edificios coloniales con sus floreados balcones, la actividad de los mulatos que venden fruta en las esquinas y el feeling de un pueblito que sin saber como, se ha convertido de repente en una urbe abarrotada de turistas. Encontramos la Casa Viena, en el barrio de Getsemaní, precio razonable por una cama en el dormitorio compartido y ambiente internacional. Al pasar por la sala del televisor, Sorpresa! Partido de fútbol Holanda- Dinamarca, lo que significa que la Eurocopa ha comenzado. Jóvenes de una variedad de países europeos se congregan entorno al televisor para contemplar el evento futbolístico. Se me había olvidado por completo. Esto es una gran noticia, pero si vamos a hacer esto hay que hacerlo bien, necesito comprar cerveza. 

martes, 29 de mayo de 2012

Flores de Mancora y las mil iglesias de Quito

Una hora entera tardamos en abandonar los cerros poblados de los alrededores de Lima. Por la Panamericana, a unos 50 km por hora debido al denso trafico de salida. Desierto, cerros y cerros, casi todos cubiertos por una densa capa de construcciones humanas: casas, pasarelas, depósitos de agua y pirámides de ladrillo esperando a ser alzadas. Comercios de precio justo y muros decorados con reivindicaciones olvidadas. Polvo y mototaxis. Màs polvo y este cielo que ni está nublado ni claro, sólo espeso y sediento de agua. Por todas partes el goteo de peatones. Algunos se agrupan donde nacen los puentes y se dispersan al otro lado de la carretera para seguir por su camino y más tarde estrujarse dentro de un combi o parar junto a un montón de chatarra. Otros consumen los productos del vendedor ambulante de sueños. Sigue el fervoroso intercambio de bocinazos y la música de la cumbia se pierde en la distancia dejando tras de si el eco de la conga a contratiempo sobre el tercer compás . Que hace toda esta gente aqui? ¡Cómo pueden vivir en un lugar como este, respirando polvo y gases de escape? De verdad me cuesta creer lo que ven mis ojos, con todos los lugares hermosos que hay en esta tierra, cinco o quizá diez millones de personas prefieren pasar sus vidas en este desierto desolador. Los que viven más al centro de Lima pase, allí tienen glorietas con césped, un Mcdonalds cada tres cuadras y supermercados con aire acondicionado y hermosas dependientas. Pero que les importa eso a todos estos ciudadanos de clase, digamos, baja? _o grado "f" como los denomina oficialmente el gobierno municipal para designar su status social, siendo "a" la clase alta. Conductor, acelera!! cuanto antes salgamos de aquí mejor, necesito respirar.
Eduardo Galeano escribe, al referirse a los suburbios de las grandes ciudades latinoamericanas: "Es multitudinaria la invasiòn de los brazos provenientes de las zonas mas pobres de cada paìs, las ciudades excitan y defraudan las expectativas de trabajo de familias enteras atraidas por la esperanza de elevar su nivel de vida y conseguirse un sitio en el gran circo màgico de la cicilizaciòn urbana (...) la ciudad hace aùn màs pobres a los pobres, porque cruelmente les exhibe espejismos de riquezas a las que nunca tendràn acceso(...) y en cambio les niega una ocupaciòn segura y un techo decente bajo el cual cobijarse, platos llenos en la mesa para cada mediodìa". Y esto en lima se cumple màs que en ningùn sitio que yo haya visitado. A partir de los años 70 un constante goteo de personas empezò a desfilar desde las provincias del interior. En la dècada de los 80 el goteo se convierte en torrente humano que se apodera de los deserticos cerros que rodean el centro de la polis. Son las llamadas "invasiones", puesto que estos nuevos vecinos llegaron en masa y se instalaron en chabolas de madera y lata sin ningùn tipo de lògica urbanìstica, ni permisos municipales ni abastecimiento de servicios. Ahora puedo entender que estas invasiones fueron motivadas por el conflicto entre el estado y los grupos revolucionarios maoistas Sendero Luminoso y MRTA. La poblacion rural del Perù se viò atrapada en el fuego cruzado entre los guerrilleros y el ejèrcito nacional, cada cual con sus formas de crueldad y desprecio por la vida de los inocentes campesinos. Lima era por entonces un lugar seguro y un nucleo de desarrollo industrial que ofrecia promesas de una vida prospera lejos de las matanzas que se estaban produciendo en los altos andinos. Sin embargo estos campesinos solo llegan, en palabras de Galeano, "a las puertas de la ciudad (...) y se las arreglan, mal que bien, con las migas que les arroja el banquete de la gran capital".
El conductor acelerò y finalmente conseguimos emerger a cielo abierto. La costa al norte de Lima sigue siendo un desierto pero por lo menos el espeso techo toxico se despeja para revelar el cielo. 
Nuestro siguiente destino fuè la ciudad de Trujillo a 8 horas desde Lima siguiendo la panamericana norte. Trujillo fue fundada por Diego Almagro en 1534 y oficializada por Francisco Pizarro un año mas tarde, constituyendose una de las pimeras ciudades del Virreinato del Perù. Actualmente es una de las ciudades mas pobladas del norte del Peru y su centro historico conserva todo el esplendor de la epoca colonial.

Plaza de Armas de Trujillo

Desde el centrode Trujillo tomamos un combia hasta el pueblo de Huanchaco, una tranquila localidad costera que en el verano austral se llena de surferos. Aquì comimos un ceviche excelente (pescado crudo marinado en jugo de limòn con cebolla y ajì) que es uno de los mallores orgullos culinarios del Perù.


Niños jugando a fùtbol en Huanchaco
  
Esa misma noche partimos hacia Mancora, cerca de la frontera con Ecuador. Tras un viaje nocturno sin incidencias, llegamos antes de que amaneciese y Pedro, un simpatico conductor de mototaxi nos acercò al hospedaje mas barato. Descansamos unas horas y a las diez exactamente sali del hospedaje decidido a comprar unas frutas para el desayuno. Al poner un pie en la calle allì estaba Pedro de nuevo para ofrecerme flores locales y acercarme al mercado en su moto convertida en taxi desinteresadamente. El resto del dia lo pasamos en la playa tostandonos en el sol y construyendo castillos de arena. Mancora es uno de los destinos de playa favoritos para los peruanos de clase media que no pueden permitirse veranear en los lujosos clubes de playa al sur de Lima, pero esta epoca del año estaba desierto salve por algunos pieles blancas como un servidor en ruta hacia Ecuador y Colombia. Por la mañana es muy recomendable sentarse en la arena a observar las aves pescadoras lanzarse en picado desde el cielo para alimentarse de los bancos de peces que nadan a unos 100 metros de la orilla. Igual de recomendable es quedarse en la playa hasta las 6 de la tarde para contemplar el impresionante atardecer sobre las frias aguas del Pacìfico.

Aves pescadoras



Puesta de sol y pelicano


Desde Màncora viajamos en bus nocturno hasta Guayaquil. En la fronetra los formalismos para el ingreso a Ecuador se hicieron eternos debido a un mas que probable intento de soborno por parte del oficial de inmigraciòn a una pareja de viajeros latinoamericanos. Finalmente llegamos pronto por la mañana y decidimos no parar en Guayaquil y continuar otras ocho horas en bus hasta Quito, atravesando en un solo dia tres cuartas partes del territorio ecuatoriano. 
Quito està situado en los andes occidentales, sobre el Valle de Quito a unos 2800 msnm. Es una ciudad de topografìa curiosa puesto que el estrecho valle ha provocado un crecimiento longitudinal de la ciudad, de forma que en la actualidad tiene una extensiòn de 50 km en direcciòn norte-sur, por tan solo 4 km de este a oeste. Esta ciudad destaca por tener el centro històrico mejor conservado de America latina, nombrado patrimonio cultural de la humanidad por UNESCO en 1978. En el centro de Quito hay mas iglesias por metro cuadrado que en ningùn otro lugar del mundo: la Catedral Metropolitana, la iglesia del Sagario, iglesia de Santo Domingo, iglesia de San Francisco y por supuesto la Basilica del Voto Nacional, la mas grande en tierras del nuevo mundo.


Plaza Grande, orgullo de Quito

Basìlica del Voto Nacional


En la capital ecuatoriana pasamos tres noches y al cuarto dia partimos en bus hacia Colombia. Desde Quito hay que tomar un bus hasta Tulcàn, allì tomar un taxi hasta la aduana, caminar a travès del puente que separa los paises hasta la aduana colombiana donde te sellan el pasaporte para tres meses prorrogable hasta seis, despuès tomar otro taxi hasta la terminal de buses de Ipiales (primera ciudad del lado Colombiano) y alli tomar un bus hasta cualquier destino. El nuestro era la ciudad de popayàn, a medio camino entre Ipiales y Cali. Finalmente llegamos a Popayàn a las tres de la madrugada absolutamente agotados. En los ultimos diez dias hemos pasado por tres paises y hemos recorrido una distancia exagerada para mi gusto pero, por fin estamos en Colombia!! hace calorcito y el mar Caribe se asoma en el horizonte, aunque para llegar a Cartagena todavìa debemos atravesar el pais. Mas historias en la pròxima entrada. 


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lunes, 21 de mayo de 2012

Desde Lima con amor

Una colección de fotografías aprovechando la relativa velocidad de internet en la Casa del Mochilero, Miraflores, Lima


Isla del Sol, Copacabana, Bolivia

Valparaíso, Chile

Terrible trafico en el Mercado del alto, La Paz, Bolivia

Amanecer en la plaza del centro de Sucre, Bolivia


Protesta de los estudiantes frente al palacio de la gobernación,
Sucre, Bolivia

Cristo en la colina, Cochabamba, Bolivia

Laguna sobre el Rio Limay, Patagonia, Argentina 
Lago en Areguá, Paraguay




miércoles, 16 de mayo de 2012

Machu Picchu


Ver mapa más grande



Estoy de vuelta en el Cusco, Kilómetro cero del imperio Inca, punto de partida de las cuatro rutas que conectaron las provincias del imperio precolombino más poderoso de latinoamérica. Hace tres meses que estuve auí solo y al regrear parece que las cosas no han cambiado nada, si acaso el clima es ahora más seco y cálido, puesto que la temporada de lluvias ha llegado a su fin. Recién llegados de Copacabana (siete horas de viaje nocturno en bus rodeando el Lago Titicaca e ingresando en Perú por la provincia de Puno) nos dirigimos a casa de mi amigo Miguel, que ya me hospedó en enero. Los primero dias lo pasamo paseando por la ciudad para que Francesca se empapae de la magia de esta ciudad de fantasía. Al cuarto día partimo para Machu Picchu. 
Existen numerosas maneras de llegar al santuario Incaico. La más rápida es tomar un colectivo hasta Ollantaytambo y allí tomar el tren Peru Rail directamente hasta Machu Picchu Pueblo (también conocido como aguas calientes), allí se compra la entrada al santuario y se puede subir en bus hasta la mismita entrada. Después se toma el bu de vuelta a aguas calintes, y se emprende el camino inverso en tren y colectivo hasta Cusco. Es técnicamente posible estar de vuelta por la noche, aunque ello implica una visita relámpago a las ruinas. Esta opción, obviamente, es la más cara. El billete de tren ida y vuelta ronda los 120 dólares en clase turista y hasta 1000 dólares si e desea un servicio a bordo de lujo y colmado de presentes. Otra opción es ingresar en el camino Inca y caminar durante 4 dias hasta llegar al santuario. Esta opción implica un grado mayor de atrevimiento, pero el espejismo de la aventura se esfuma al considerar que los turistas que favorecen esta opción deben contratar un guía y mulas (porteadores) durante los cuatro días, amén de desembolsar el abusivo precio del ingreso al camino, casi 100 dolares. Finalmente existen rutas alternativas que suponen tomar sucesivos colectivos entre los pueblo que conectan el Cusco con la central hidroeléctrica sobre el Río Urubamba, y desde allí caminar los últimos 10 kilómetros hasta llegar a Aguas calientes. Aún así el trayecto de ida y vuelta sale por unos 60 soles (20 euros) más la entrada a Machu Picchu que sale por 128 soles (40 euros). Ahora, muy pocos conocen el verdadero secreto del valle sagrado: es posible caminar por la misma vía del tren a través del Valle desde exáctamente el kilómetro 82, punto donde termina la carretera y empieza el camino Inca, y recorrer 30 kilómetros hasta llegar a Aguas Calientes. Evidentemente esto está prohibido pero no sancionado, de hecho esta e la única vía de acceso para muchas famílias que cultivan pequeños terrenos a la vera del Río Urubamba. Así que con máxima discreción nos infiltramos en la vía férrea y caminamos durante dos días. El trek fué impresionante. Básicamente uno puede observar el mismo paisaje que desde el camino Inca pero sin pagar ni un solo centavo.
Hicimos noche a medio camino, habíamo recorrido 15 kilómetro y ya empezaba a oscurecer. Acampamos a la vera del Río rodeados de escarpados muros de piedra y vegetación baja. Cuando e hizo la oscuridad absoluta empezó el espectáculo de estrellas y luciérnagas: el trecho valle dibujaba en el cielo un óvalo como las gradas de un estadio olímpico, miles de flashes parpadeando en la quietud de la noche y por encima un manto de estrellas.





Al día siguiente, con la primera luz del alba continuamos el camino durante 15 kilómetros más y llegamos a aguas calientes alrededor de las dos del mediodía. Plantamos la carpa en el camping municipal (de nuevo la opción más barata), compramos la entrada al santuario en la oficina de turismo y cenamos un delicioso lomo saltado, que supo a gloria tras dos días a base de pan con queso y almendras. 
Al tercer día nos levantamos a las  de la madrugada con más de un gruñido de pereza y dolor de piernas para emprender la subida al santuario. La clave  llegar a las 5 de la mañana y adelantare a las hordas de turistas que suben en bus desde Aguas Calientes (lo mismos que han llegado en tren y se han hospedado en lujosos hoteles). Esta subida es infernal: una hora y media de constante ejercicio aeróbico, 400 metros de ascenso a través de escaleras de piedra, una contrarreloj en contra de lo buses que ascienden por una carretera zigzagueante. Al final perdimos la carrera y cuando llegamos a la entrada de Machu Pichu ya había una larga cola de turistas: ellos limpios, perfumados y ataviados con las mejores marcas de ropa de montaña. Nosotros sudados, asfixiados y vestidos como uno vagabundos, sin embargo sabiendo que realmente nos habíamos ganado el privilegio de visitar la ciudad sagrada de lo Incas con nuestro esfuerzo en lugar de pagar cantidades astronómicas de dinero. 





Pensaba enrollarme explicando datos sobre el santuario pero creo que es mejor que a quien le interese lea un poco por su cuenta. Especialmente enigmático es el (re)descubrimiento en 1911 de las ruinas por parte del  historiador norteamericano Hiram Bingham, y el polémico saqueo de artefactos incas por parte de la Universidad de Yale. Aquí dejo un par de enlaces:


http://es.wikipedia.org/wiki/Machu_Picchu


http://expedienteoculto.blogspot.com/2012/03/los-misterios-de-machu-picchu.html


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lunes, 7 de mayo de 2012

Del Beni a Titicaca y Copacabana se viste de fiesta


El Domingo 29 de Abril partimos de La Paz pronto por la mañana. La noche anterior habíamos celebrado una cena internacional en casa de Ludwig y su esposa, los jóvenes adinerados que nos hospedaron a través de CouchSurfing. Además de la pareja de Quebec que habíamos conocido la noche antes, se presentaron en la casa aquella noche hasta siete personas más, en total 15 comensales. Cocinamos una tortilla española (y calculo que ya he preparado en estos cuatro meses 5 tortillas) y otros chicos cocinaron lasagna. Bebimos cerveza y ron al ritmo de la cumbia. Al dia siguiente había gente durmiendo por todas partes: holandesa y alemana en el suelo del salón, tipo de Barcelona recostado en el sofá. Más tarde apareció la sirvienta en su traje de cholita acompañada de su hijito, y se dispuso a recoger los despojos de la fiesta a la vez que cocinaba huevos para los madrugadores . Mientras tanto su retoño correteaba por la casa jugando con un trenecito de plástico e interaccionando con los resacosos viajeros. 

Panorámica de La Paz desde El Alto

Como dije salimos de La paz el 29 de Abril con destino a Rurrenabaque, en la región selvática de Beni. 20 horas en un bus terriblemente incómodo y siendo protagonistas de escenas delirantes. Primero el descenso desde 3600 metros por la ladera norte de cerro sobre el que reposa la ciudad. El paisaje se transforma a un ritmo tal que, si parpadeas, te lo pierdes. Atravesamos una espesa capa de bruma con visibilidad imposíble. El margen de la carretera es un descenso vertical a quién sabe donde, puesto que la bruma lo cubre todo. Al bajar a los 2000 metros: zas! Las Yungas. La bruma desaparece por arte de magia para desvelar un escenario que te hace clavar las uñas el asiento del bus con firmeza. Todo es verde y muy húmedo, a veces hay aberturas en la vegetación donde se trabajan huertos casi verticales. La carretera está enfangada y a penas hay espacio para virar. Nos encomendamos al buen criterio del conductor que va mascando coca y por tanto está bendecido por la planta mágica de los Incas.
Más tarde se hizo plano y hasta dos veces estuvimos encallados en el barro durante aquella noche eterna. Cuando amaneció ya estábamos en plena selva. Habíamos sobrevivido a la carretera de la muerte y el cálido sol del amazonas nos acariciaba las mejillas a través de la ventanilla. Territorio Mad Max conoce a Indiana Jones. Todos los locales se desplazan en motos de 125 cc destartaladas. En la única gasolinera de la selva las colas para el combustible miden kilómetros. Todos desean comprar un poco de oro negro para poder seguir paseando en sus motos. Finalmente llegamos a Rurrenabaque, antesala del parque natural Madidi, a las 10 de la mañana del lunes.
Chequeamos en el hostel Perla Andina por 15 bolibianos (2 euros) cada uno. Cama de matrimonio, baño privado, agua fría, todo un lujo. Nuestro objetivo es evitar tener que contratar un operador de turismo para visitar el parque naturtal, aunque sabemos que va a ser muy difícil. Cruzamos el Rio Beni el Martes 1 de Mayo. Al otro lado desde Rurrenabaque, que es un pueblo grande y muy turístico, se encuentra San Buenaventura, a penas cincuenta casitas de madera y un par de comercios alineados a la vera del rio.
Queremos conocer a gente local que nos sepan llevar en bote río arriba y nos muestren el parque natural por un precio razonable. Un tour contratado en cualquiera de las docenas de agencias que hay en Rurrenabaque incluye: Viaje en bote río arriba hasta la zona de los campamentos dentro del parque, tres dias (dos noches) de hospedaje, todas las comidas cocinadas por una simpática mamita local y paseos guiados por la selva con promesas de ver mamíferos y aves. Total que nos plantamos en San Buenaventura y conocemos a un primer grupo de pescadores tan borrachos que ni se entiende lo que hablan. Uno de ellos se presentó como el capital Ponchila, y dijo poder acompañarnos a la selva en cuanto se le pasase la borrachera al cabo de tres dias. En realidad la escena no era agradable pero, qué cojones, estaban celebrando en 1 de Mayo poniéndose como cubas a la orillita del paraíso, nada que cualquier hijo de vecino no hubiese hecho también. Además todos eran tipos bastante entrañables y no entrañaban peligro alguno, un simple empujón habría servido para dejarlos fuera de combate. Seguimos caminando y conocemos a un segundo grupo de hombres bebedores. Estos nos invitan a sentarnos con ellos y al momento estamos bebiendo cerveza en vasos cortos de plástico. Estos tres individuos están un nivel por encima a los anteriores en cuanto a su capacidad para comunicarse eficientemente, a pesar de la evidente borrachera que seguro arrastran desde horas atrás. Bueno, a decir verdad el más anciano no se comunicaba en absoluto, parecía estar en una especie de trance etílico y a penas atinaba a coger su vaso de cerveza. Minutos más tarde se levantó y se alejó tambaleándose hasta que desapareció detrás de un árbol. Lo más llamativo de los otros dos era su insistencia en querer presentarse como gentes acogedoras y amables con los visitantes. Esto lo repetian una y otra vez enlazando las frases con “con todos mis respetos, escuchai?”. La conversación derivó hasta que se hizo monótona y ya nos habían invitado a un par de litros de cerveza ingerida a un ritmo frenético entre brindis, bendiciones y derrames. En fin, nos despedimos y volvimos a Rurre sin nada en claro al respecto de nuestro tour alternativo por el Parque Madidi. Si bien es cierto que la experencia fué muy interesante por el contacto genuino que entablamos con los benianos, finalmente contratamos un tour para tres dias por 600 bolivianos a regañadientes.
El Parque Nacional Madidi tiene una extensión de 19000 km cuadrados y se caracteriza por ser una de las mayores reservas de biodiversidad de la cuenca amazónica. A pesar de haber sufrido un boom turístico en los últimos años, permanece bastante aislado del resto de la civilización. Las comunidades a la orilla del Rio Tuichi, afluente del Beni que es, a su vez, afluente del Amazonas, se alimentan de plantaciones de yuca, papa, zanahoria y fruta, además de practicar la pesca. Nosotros pasamos tres dias en un albergue en medio de la selva rodeados de árboles centenarios y escurridizos mamíferos como el puma, el tapir, el chancho (jabalí) y el ocelote. Nuestro guía durante las expediciones a traves de la espesa floresta era una especie de montaraz chamánico capaz de detectar animales siguiendo sus sutiles sonidos, y abastecerse de las plantas de la jungla para combatir ciertos males. La comida fué otro de los puntos fuertes, siempre deliciosa y puntual. Además nuestro grupo era reducido (nosotros dos y otros dos simpáticos jóvenes originales del Québec) lo que permitió un amplio margen de meditación y contemplación transcendental: insectos gigantes de vivos colores, árboles que caminan sobre sus raíces buscando un hueco en el techo del bosque, hormigas gigantes cuya mordedura provoca una fiebre agónica, el canto de las aves del paraíso...

Orugas

Raíces del árbol que camina

Cuando regresamos río abajo a Rurrenabaque, tuvimos que realizar un duro esfuerzo para recobrar el sentido del tiempo. Era día 5 de Mayo. Descansamos una noche y emprendimos el regreso a las alturas de La Paz: otro día entero en el bus, 22 horas de traqueteo y acantilados imposibles. También conocimos a una familia que viajaban con este simpático monito llamado Balú.


Monito Balú

Puesta de sol en Copacabana

Al llegar a la paz doble shock: de nuevo la asfixiante altura y el frío de la sierra. Del barrio de Villa Fátima en colectivo hasta la zona del cementerio, desde donde salen los buses para Copacabana. En dos horas estábamos a orillas del Lago Titicaca para presenciar esta impresionante puesta de sol. Los Incas creían que el sol nacía cada mañana desde el interior de este lago, el más alto del mundo. De verdad me quedé en estado catatónico al contemplar los rayos del sol emergiendo de la quietud del agua. Para colmo de buena suerte resulta que este fin de semana se celebra en Copacabana la festividad del Calvario. Las comparsas inundan el ambiente con el sonido de los tambores y los trombones al tiempo que las cholitas vestidas en mantón de Manila bailan extáticas haciendo volar los flecos de sus faldas. Esta es la fiesta a la que los paceños (naturales de La Paz) de clase media acuden a mostrar sus mejores galas. Por la noche todo el mundo está borracho. Vimos a un hombre de avanzada edad chocar de morros contra un muro de ladrillo, al minuto dos jóvenes se desplomaron de un banco de madera y se quedaron dormidos sobre una alfombra de cristales rotos en posturas aberrantes. Las cholitas gritan e increpan a sus maridos pecados indescifrables. Todo un espectáculo visual que tenía un aire familiar como a las fiestas de La Puebla pero con más desenfreno etílico. 

La fiesta continúa al día siguiente
 
Hoy día hemos subido al cerro a contemplar la panorámica del lado Titicaca mientras las comparsas seguían bombardeando desde la distancia. Más tarde hemos descendido y hemos confluido con la procesión en torno a la Iglesia Mayor. Hace un sol de justicia y vamos a comer trucha a la parrilla a la orilla del lago por menos de 2 euros y medio. No se puede pedir más.


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